De medios y otros demonios
Algo más que sólo política
J. Israel Martínez Macedo
La contienda se ha convertido en una broma: insustancial, vacía sin contenido, sin propuestas. Lo más grave y lamentable de todo es que nada parece cambiar para mejorar. Los candidatos no tienen el mínimo interés en decir cómo es que piensan hacer que sus promesas se cumplan y no hay una sola que se vea como solución real a problemas tangibles.
Además hay muchas cosas que están pasando en este mismo estado y que son mucho más importantes que las chapitas de Eruviel, la barba de Encinas o la apariencia de Bravo Mena.
Lo dije desde el sábado y lo repito, no hay nivel en la contienda pero tampoco en el electorado que se ha dejado distraer con cosas tan banales como los chistes sobre la imagen de los suspirantes a la gubernatura, claro, en el mejor de los casos porque una gran —inmensa— mayoría no estaba ni por enterada de que hubo un debate.
Mejor hablemos de la situación que destapó la periodista colombiana Jineth Bedoya y desató el ataque de que fue objeto la corresponsal de CBS en El Cairo, Lara Logan, durante febrero: la violencia sexual contra periodistas en coberturas de alto riesgo es más común de lo que se pudiera llegar a pensar.
El Committee to Protect Journalists (Comité para
Un crimen que se queda en el silencio porque la denuncia tiene repercusiones laborales para los agredidos, sienten que no serán enviados de nuevo a una cobertura, no serán tratados en serio o por cuestiones culturales que afectan sus vidas personales.
Otro tema puede ser el nivel de violencia que parece no bajar en México, el martes de la semana pasada el jefe de Información del diario “Novedades de Acapulco” fue secuestrado y es la fecha en que se desconoce su paradero; claro que el ambiente político que se vive en el país hizo que el hecho pasara casi desapercibido, eso sí, celebramos todos la libertad de expresión, aunque muchos sigan sin saber qué es ni para qué sirve y menos cómo se usa.
Ni qué decir de la interminable lista de pendientes y casos que se esconden en las calles y que siguen sin contarse porque no ha habido un solo reportero que muestre interés y habilidad para detectarlo. Casos que no quedan en el olvido porque el interés está centrado en “las chapitas”, “la barba” o “la apariencia”.
Dejar la política exclusivamente a los políticos es un “harakiri” de la sociedad: si hacen todo lo que hacen bajo el escrutinio, ¿qué no harán si dejamos de observarlos? Pero no centremos todas las miradas en ellos, fuera de ese entorno burlesco en el que se ha convertido la política mexicana hay un mundo qué ver, analizar, informar… y vale la pena hacerlo.
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