Catolicismo y comunicación / Columna

De medios y otros demonios

Catolicismo y comunicación

J. Israel Martínez Macedo

En los albores de la llamada semana mayor de la Iglesia católica vale la pena preguntarse sobre el papel de la comunicación en los temas religiosos. El asunto no es minúsculo: libros, películas, notas informativas, publicidad, programas especiales en radio y televisión abarrotan los respectivos espacios de difusión.
En el catolicismo, desde el Papa Pío XII se ha puesto especial énfasis en lo que los medios de comunicación hacen público sobre la religión. En la Carta de la Secretaría de Estado del 30 de enero de 1948 se establece ad experimentatum la “Pontificia Comisión de Asesoramiento y Revisión Eclesiástica de Películas de Tema Religioso o Moral”, misma que fue modificándose hasta 1988 cuando Juan Pablo II la transforma en el “Pontificio Consejo de las Comunicaciones Sociales”.
En distintas diócesis, incluida la de Toluca, se cuenta con un responsable de la “Comunicación Social” para atender a los distintos medios que cubren la fuente, pero que además da seguimiento a lo que estos publican sobre temas eclesiásticos y morales. El propio episcopado mexicano cuenta con un registro de periodistas a quienes informa de sus actividades a través de correos electrónicos.
Las áreas encargadas revisan libros; observan películas; ven, escuchan y leen noticias, y emiten comentarios al respecto manifestando la postura institucional sobre los temas en boga.
Ante la imposibilidad de imponer la censura, como en los tiempos en que Papas vetaban libros y escritos que consideraran, a su criterio, dañinos para la Iglesia, hoy todo queda en un llamado a los fieles para no ver o leer alguna película o libro, dejando en los feligreses la obediencia o no al dictado de la institución.
Así pasó con “El Crimen del Padre Amaro” o el libro y la película del “Código Da Vinci”, que la Iglesia católica pidió a sus feligreses no ver y que se convirtieron en un record de ventas por esa misma prohibición, incluso comerciales y anuncios publicitarios que llamaron más la atención luego del comentario eclesiástico al respecto, como fue el caso de Peugeot, cuando realizó uno en donde el Cristo de un rosario colgado en el espejo retrovisor se sujetaba a su cruz por la velocidad a la que corría el vehículo.
Así en estos “días santos” seremos nuevamente bombardeados por “Los Diez Mandamientos”, “La Pasión de Cristo”, series documentales sobre la vida y muerte de Jesús, así como notas informativas, entrevistas, crónicas y colaboraciones (autogol) del tema que se vuelve de ocasión voluntaria o involuntariamente.
El manejo de cada tema es responsabilidad del autor, directores de cine, reporteros, editores y columnistas firman lo que posiblemente será retomado por las oficinas de prensa de las diócesis para, por lo menos tener en cuenta lo dicho. La religión católica, en su estructura global, mantendrá, en sus entornos regionales, el seguimiento y posicionamiento de su visión, aunque ahora sólo sea en forma de una opinión.

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