"Escribir sale del alma, los otros medios son aparatos, son máquinas"

"Escribir sale del alma, los otros medios son aparatos, son máquinas"

Gabriel García Márquez

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lunes, 25 de noviembre de 2013

Vocería política / Columna

De medios y otros demonios

Vocería política

J. Israel Martínez Macedo

Inevitablemente, hablar del vocero presidencial nos remite a la vieja y conocida frase que Rubén Aguilar hizo famosa cada que trataba de corregir los dislates de Vicente Fox; "lo que el presidente quiso decir" fue casi el eslogan popular de la administración foxista.
No obstante su creación y funcionamiento en dos adminsitraciones (en la del panista Felipe Calderón el cargo lo ocupó la ahora asesora del gobierno estatal Alejandra Sota) este puesto no había tenido, como hoy, ningún tipo de certeza jurídica que indicara sus alcances y limitaciones.
Durante el primer año de gobierno de Enrique Peña, la figura parecía haber quedado en el olvido; no obstante, a unos días de que se cumpla ese plazo, reaparece con amplias funciones para resolver situaciones que empezaban a hacerse incómodas.
El nombramiento de Eduardo Sánchez como vocero de la Presidencia representa mucho más que solo un ajuste en la comunicación del gobierno federal, es "poner orden en la casa". La creación del cargo fue más allá de un simple nombramiento y significó un decreto en el Diario Oficial de la Federación que, de facto y de jure le dan un enorme poder:
"I. Convocar a reuniones de trabajo a los titulares de las áreas de comunicación social de las dependencias y entidades de la Administración Pública Federal, con objeto de diseñar y coordinar la estrategia de información gubernamental;
"II. Supervisar las acciones para la ejecución de la estrategia de información gubernamental;
"III. Coordinar a las áreas de comunicación social de las dependencias y entidades de la Administración Pública Federal, para dar congruencia a la información que el Gobierno de la República difunda a la población;
"IV. Ampliar y, en su caso, precisar la información relacionada con los posicionamientos del Gobierno de la República;
"V. Coadyuvar en el apoyo para la realización de programas, campañas o acciones específicas de información gubernamental, en coordinación con las instancias competentes;
"VI. Coadyuvar con la Coordinación de Comunicación Social de la Oficina de la Presidencia en la formulación, regulación y conducción de la política de comunicación social del Gobierno de la República, así como en la orientación, supervisión y evaluación de los programas de comunicación social de las dependencias y entidades de la Administración Pública Federal;
"VII. Participar en las reuniones del Gabinete y de los gabinetes especializados a las que sea convocado, y
"VIII. Las demás necesarias para el cumplimiento del presente Decreto y que le asigne el Jefe de la Oficina de la Presidencia."
Queda ver cómo operará, Eduardo Sánchez cuenta con experiencia en la vocería aunque las estrategias, campañas, políticas de comunicación y supervisión de programas implican un control político de un área estratégica que se entrega en sus manos, sus vínculos son claros y el mensaje directo para quién sepa leerlo. La pregunta no es a quién se le entregó sino ¿para qué?

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lunes, 18 de noviembre de 2013

Cine y propaganda / Columna

De medios y otros demonios

Cine y propaganda

J. Israel Martínez Macedo

Contrario a los días en que "Nosotros los Nobles" y "No se aceptan devoluciones" fueron lanzadas para convertirse en éxitos taquilleros, la oferta de este fin de semana cinematográfica es bastante más amplia y abundante en cuanto a contenido y estilo.
Dentro de esta gama destaca una producción que bien podría ser considerada un modelo en el cine de propaganda, categoría que no es reconocida por sus autores sino identificada a partir del resultado y evidente intención de las películas.
"El mayordomo de la Casa Blanca" es una película que se presentaba como una gran obra de arte que aborda la vida de un hombre negro que, siendo rescatado de los campos de algodón tras la violación de su madre y el asesinato de su padre, emerge como un fiel y eficiente sirviente, cualidades que lo llevan al sitio más encumbrado del poder.
Desde su lugar, observa y "participa sin participar" en la administración de ocho presidentes de Estados Unidos que jugaron un papel fundamental en la integración racial norteamericana y que enfrentaron momentos complicados en la unificación.
El director Lee Daniels, quién se hizo conocido por "Precious", logra llevar el relato a lo más básico de la sociedad, equipara la confrontación de una nación con la vida en la familia de Cecil Gaines (interpretado por Forest Whitaker) un personaje de la vida real ficcionalizado con plena libertad dramatúrgica.
El entramado familiar y la fricción hasta el rompimiento entre Cecil y su hijo Louis, atrapan al espectador que no puede dejar de sorprenderse ante el deslumbrante reparto y las magistrales caracterizaciones que enriquecen cada momento narrado en la película.
Todo parece apuntar a una gran obra digna de, al menos, la nominación a varios premios Óscar hasta que la historia llega a la época actual. Sin haber tocado las administraciones Bush-Clinton-Bush, aparece el momento de la reconciliación negra con el triunfo del primer presidente de color: Barack Obama, el reconocimiento de una nación a la raza negra en su historia.
Se busca la reivindicación de los negros en un país de blancos que, no obstante, no hubiera sido nada sin ellos. Inocente sería pensar que el tema central de la película no es sociopolítico, el argumento final que equipara los hornos de concentración nazis con las granjas de algodón del sur norteamericano es brutal en el esquema.
La película busca explicarle a los blancos el sufrimiento de los negros, hacerles comprender el daño que causaron a toda la comunidad afroamericana y la manera en que la batalla por el reconocimiento de sus derechos civiles fue peleada de distintos modos, todos ellos valiosos, a largo plazo.
Las alegorías pro-Obama son muestras claras e inequívocas de la carga política de este filme que, no obstante, es irreprochable en su realización técnica y argumental. Modelo a seguir para quienes con películas como "¿Quién es el señor López?", "¡De panzazo!" o más recientemente "5 de mayo", incursionan burdamente en un género que el cine norteamericano tiene más que dominado. Aprender y seguir parece ser la tendencia del cine mexicano que cuenta en esta película con un buen ejemplo de cine de propaganda.

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lunes, 11 de noviembre de 2013

Presuntos jueces / Columna

De medios y otros demonios

Presuntos jueces

J. Israel Martínez Macedo

El Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal (TSJDF) pasa por uno de los momentos más preocupantes en lo que refiere al tratamiento de la libertad de expresión y la relación que tienen los jueces con los periodistas en esa entidad.
El asunto que mantiene la atención de las organizaciones no gubernamentales en materia de libertad de expresión, así como de varios periodistas y académicos es el proceso que se mantiene en contra de Roberto Hernández y Layda Negrete los productores del documental "Presunto Culpable" que exhibe los manejos y deficiencias de la justicia capitalina.
El punto, en este caso en particular, tiene que ver con el dilema ético de ser juez y parte. Los personajes que aparecen quedan en evidencia respecto a su actuar en la impartición de justicia y la manipulación de la ley para crear culpables en delitos que los acusados no cometieron; al hacerse público su actuar, llevan a los productores a su terreno para acusar daño moral.
El documental detalla cómo los agentes del policías ministeriales inculpan a quien sea; los agentes del Ministerio Público los acusan y argumentan pruebas inexistentes; los jueces no tienen contacto con el acusado, únicamente leen expedientes, todo se lleva con secretarios del juzgado y así se dicta la sentencia.
En "Presunto Culpable" se detalla cómo el funcionamiento de este esquema no sólo es incapaz de brindar garantía de justicia, sino que además es lento y totalmente propenso a la corrupción en todas y cada una de sus etapas.
Aunque el documental abonó, en su momento, al debate sobre la necesidad de impulsar los juicios orales; hoy los integrantes de la (in) justicia capitalina buscan una indemnización que suena a venganza. Personal del juzgado y del Ministerio Público se integran juez y parte para acallar la denuncia a la corrupción con que operan.
Otro caso tiene que ver con la sentencia que dictó la Suprema Corte de Justicia de la Nación para anular un juicio interpuesto en los tribunales capitalinos contra el columnista Jaime Avilés "Lumbrera Chico" por el empresario Rafael Herrerías, quién acusó daño moral por sus opiniones vertidas en el diario La Jornada.
El periodista tuvo que recurrir hasta la máxima instancia ya que en los tribunales del Distrito Federal se registraron algunas "extrañezas" como que se validaron acusaciones fundadas en leyes ya derogadas, entre otras acciones.
La libertad de expresión proviene de la libertad de pensamiento, es un derecho que los ciudadanos tenemos y debemos ejercer y hacer valer en todo momento; en tanto se respeten sus límites.
Expresarnos nos permite disentir y transformar a partir del debate de las ideas. Impedir expresiones contrarias o que "afecten" a la autoridad, solo es evidencia de autoritarismo.
Cuando los encargados de hacer justicia son los mismos que violan la ley, los ciudadanos quedamos en la indefensión absoluta y, entonces, el malestar social aumenta exponencialmente. La libertad de expresión debe ser usada con responsabilidad y por tal uso es necesario hacerla valer aún en contra de quienes deberían ser los primeros en protegerla.

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"Silencio Forzado" Documental de Article 19 sobre la situación del periodismo en México

Documental El Tunel (Completo)

PRESUNTO CULPABLE (completa)