"Escribir sale del alma, los otros medios son aparatos, son máquinas"

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lunes, 14 de septiembre de 2009

Lo que la lluvia nos dejó / Columna

De medios y otros demonios

Lo que la lluvia nos dejó

J. Israel Martínez Macedo

Las intensas lluvias que se vivieron en el Estado de México hicieron estragos en la forma de vida de muchas personas. Lerma, Ocoyoacac, Toluca, Metepec, San Mateo Atenco, Tlalnepantla, Atizapán, Cuautitlán, Valle de Chalco, Ecatepec, Nezahualcóyotl, fueron algunos de los municipios desde los que llegaron reportes de inundaciones o, como les ha dado por llamarlos ahora, “encharcamientos” y que, se les llame como se les llame, afectaron la vida de miles de personas.
Uno y sólo uno de esos lugares fue Valle Dorado, una colonia de nivel socioeconómico alto en la que una fractura del emisor poniente causó la inundación de varias casas y destrucción de algunas bardas; según los vecinos, habían denunciado esa falla en la estructura del emisor desde dos años atrás pero nunca les hicieron caso -cosa poco creíble porque eso no pasa en este país, já-.
Las autoridades, tanto estatales como federales acudieron de inmediato al lugar de los hechos, el gobernador Enrique Peña Nieto y el presidente Felipe Calderón Hinojosa hicieron acto de presencia, recibieron los reclamos de los enardecidos vecinos y ofrecieron garantías de que se resarciría el daño: no les creyeron.
Los secretarios del gabinete del gobierno estatal hicieron lo propio, algunos pernoctaron en un conocido hotel de cinco estrellas durante los días que estuvieron ahí, todo para que los habitantes de Valle Dorado se sintieran bien atendidos.
Las hordas de médicos del ISEM que acudieron a Valle Dorado apenas dejaron sentir presencia con una o dos cuadrillas en el resto de los lugares. Los mil ministerios públicos que acudieron a tomar las denuncias de hechos a domicilio en aquella colonia de Tlalnepantla ni siquiera voltearon a ver lo que ocurría en otras demarcaciones.
Mientras los niños de Valle Dorado recibían atención psicológica para “superar el trauma” los de San Mateo Atenco o Lerma o Metepec u Ocoyoacac o Ecatepec o cualquier otra parte de la entidad debían ayudar a sus padres a sacar el agua de la casa o, en el mejor de los casos, colocar costales de arena para no amanecer flotando.
No es un asunto de si “los ricos también lloran” o de si se merecen o no el apoyo gubernamental, como sea son habitantes del estado y como tal debe apoyárseles, por ese lado la cosa está muy bien, lo cuestionable es el trato y atención que reciben, después de todo damnificados son todos por igual, con o sin dinero.
El agua sacó a flote una actitud reprobable del gobierno estatal. En Metepec el municipio entregó cobijas, en Valle Dorado microondas y refrigeradores; en San Mateo Atenco apenas un par de camiones limpiaron las calles, en Tlalnepantla una flotilla se encargó de la labor; en Atizapán el palacio municipal y un hospital aún no pueden abrir porque no han recibido el apoyo para hacerlo.
El apoyo diferenciado fue ampliamente visible. Para unos arroz y frijoles; para otros, monederos electrónicos con 30 mil pesos para que renueven sus electrodomésticos. ¿Cómo va a repercutir en la imagen de un gobernador que ha comenzado a caer de la gracia de muchas personas, principalmente jóvenes que observan de manera muy crítica sus acciones? El tiempo lo dirá.

israel.martinez@milenio.com

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J. Israel Martínez Macedo

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