Los medios y la influenza / Columna

De medios y otros demonios

Los medios y la influenza

J. Israel Martínez Macedo

La labor social de los medios de comunicación mexicanos fue puesta a prueba con la cobertura sobre la epidemia de influenza porcina que se registra en el país y los televidentes, radioescuchas y lectores fueron jueces severos de los líderes de opinión que desde el jueves comenzaron la cobertura informativa.
En un principio la información fue directo a la parte más alarmante, el número de muertos y enfermos diagnosticados en el DF y el Estado de México acompañó a la nota principal del viernes cuando se hizo el anunció de suspensión de clases en ambas entidades. Fue el momento en el que la posibilidad de una epidemia era más real que nunca.
Las audiencias y los lectores comenzaron la evaluación y los juicios. Rápidamente surgieron dos bandos: por un lado los que consideran que la cobertura es una exageración, que los comunicadores están siendo alarmistas y que la situación no es para tanto y por el otro quienes piensan que los medios están ocultando información, que están ayudando al gobierno a encubrir una situación peor.
Las llamadas a los programas radiofónicos de noticias no tardaron en llegar y ambos bandos hicieron saber sus respectivas posturas. Los medios por su parte parecieron entender que debían tomar las cosas con extremo cuidado y evitar informar sin confirmar.
Las agencias se inclinaron por no hacer pública la información que llegaba a sus redacciones hasta no tener seguro que las cosas ocurrían de esa manera; las televisoras suspenden sus transmisiones sólo para presentar las conferencias de prensa al respecto en vivo y sin ningún comentario alterno; en tanto, los de radio insistían en las medidas de prevención y teléfonos de información. En general se ha privilegiado una mejor cobertura por encima de una más rápida.
Los impresos también han sido cautelosos con la información publicada, en general evitan especular con las cifras de contagio y muertos esperando a confirmarla con alguna autoridad, pero dan prioridad a aquello que la gente necesita saber: los días de suspensión escolar, las oficinas gubernamentales que han suspendido actividades, entre otras.
En situaciones tan críticas como la actual, los lectores y audiencias son más quisquillosos con la información, no permiten errores ni malas interpretaciones, exigen calidad informativa porque sienten que su salud y su vida depende de la información que se les hace llegar.
Maxwell Mc Combs, en su libro “Estableciendo la agenda. El impacto de los medios en la opinión pública y en el conocimiento” (Paidós Comunicación;2006) concluye, entre otras cosas, que si bien no hay una omnipotencia mediática, no se puede pasar de largo la fuerte influencia que los medios tienen en los asuntos públicos.
Es en situaciones de crisis cuando la gente exige información clara, precisa y veraz; no acepta que se politice, no permite errores en el uso de los términos, no tolera la información a medias; y los medios deben mostrarse a la altura.
El reto de este tipo de coberturas es informar sin errores, acaso periodismo de precisión, y hasta el momento los medios, en mayor o menor medida lo han entendido, lo han asumido y poco a poco lo van llevando a cabo. O usted, ¿qué opina?

PARÉNTESIS
Una víctima más del virus de la influenza fue el congreso de comunicación que organizaban estudiantes de la UAEM para esta semana, es una lástima, por lo menos en el papel algunas conferencias sonaban interesantes; en fin, será en otra ocasión.

israel.martinez@milenio.com