Nuestro destino en nuestras manos / Columna

De medios y otros demonios

Nuestro destino en nuestras manos

J. Israel Martínez Macedo

Hoy se lleva a cabo la jornada electoral en la que se renovará la Cámara de Diputados federal y, en el Estado de México también la Legislatura local y las 125 Presidencias Municipales.
Con los Institutos Electorales (tanto federal como estatal) severamente vulnerados en su credibilidad, capacidad y autonomía respecto a los correspondientes niveles de gobierno y partidos políticos, la sociedad ha optado por la apatía.
Los militantes de los partidos con poder en el Congreso decidieron eliminar del juego político a los ciudadanos. Nos quitaron el derecho a participar sin necesidad del aval de un instituto político reconocido por los órganos electorales (que ellos mismos escogieron y colocaron, dicho sea de paso); nos negaron el derecho de expresarnos en los medios tradicionales (prensa, radio y televisión) a favor o en contra de cualquier propuesta o candidato. De forma definitiva, nos querían limitar a emitir nuestro voto para, única y exclusivamente, legitimarles su estancia en los distintos niveles de poder.
No obstante, la sociedad, demostrando nuevamente que está mucho más avanzada que sus políticos, encontró el espacio para el ejercicio de sus derechos negados por aquellos que deberían protegerlos y garantizarlos (si fuera pejista gritaría a los cuatro vientos ¡¡¡TRAICIÓN!!! Pero para qué cortarse las venas si hay otras formas de actuar sin autoflagelarse), internet se tornó en la palestra de discusión donde los verdaderos debates, los enriquecedores, pudieron darse.
La discusión sobre el voto nulo tuvo sus gestas más heroicas en los mensajeros instantáneos, chats, foros y hasta Facebook. A favor o en contra, cada ciudadano con acceso a estos espacios pudo participar y opinar al respecto. Claro que no faltaron las descalificaciones y los paleros (ni internet está inmune de ellos) pero la misma comunidad exigía un debate de altura, y en muchos casos lo hubo.
También surgieron movimientos, netamente ciudadanos, uno de ellos en Facebook con la página denominada “Cuidemos el Voto” (que por cierto en poco más o menos 15 días superó las mil afiliaciones -“fans”-) y luego su evolución al portal http://www.cuidemoselvoto.org y que básicamente es un espacio para denunciar los cochupos que los partidos están realizando en el país, aquellos que los institutos electorales -extrañamente- no ven, no oyen, o no conocen.
Si no me equivoco (maldita memoria que, esa sí, me traiciona cuando más la necesito) fue en “Punto de Partida” en donde uno de los invitados de Denisse Maerker señaló que para él y seguramente los demás miembros de su generación el voto nulo era una aberración dado que ellos han luchado por ejercer ese derecho libremente y además con reconocimiento de los resultados.
Hoy podría estarse gestando una nueva generación con una no menos importante batalla, el reconocimiento de la totalidad de los derechos ciudadanos a participar, debatir, vigilar, denunciar todo aquello que ocurra en la jornada, pero que puede llegar aún más allá.
El avances es sustancial y trascendente pero no debe quedarse ahí, los denunciantes tienen (tenemos) que acudir a la PGR para que se investigue y sancione a los responsables, debemos presionar a las autoridades electorales para que hagan su trabajo y garanticen la certeza de los resultados y se fajen de una vez por todas y sancionen severamente a los partidos.
La sociedad está entrando en una nueva etapa y es complicado saber su destino pues dos corrientes se alzan a la vista: una dispuesta a hacer valer sus derechos ciudadanos cueste lo que cueste y otra lista a ceder y alejarse por completo de la política; ambas generadas igualmente por el hastío y cansancio que es lo único que nos han dejado los políticos.
En lo personal, me declaro a favor de la primera, de la que llama a observar, vigilar, debatir, denunciar y exigir investigaciones completas y reales; aquella que pide salir a votar y que estará sobre los ganadores porque, votemos por ellos o no, nos representan a todos; la otra opción me suena a salida fácil, a rendirse sin pelear a perder aún sin jugar y ya fueron muchos años de vivir así, tomemos nuestro destino en nuestros manos, ¡salgamos a votar! O usted, ¿qué opina?

israel.martinez@milenio.com