De medios y otros demonios
Muertes de periodistas: la punta del iceberg
J. Israel Martínez Macedo
Este martes la 65 Asamblea General de
Básicamente se confirmó lo que en este mismo espacio se ha comentado en repetidas ocasiones: Venezuela, Cuba, Argentina, Ecuador, Brasil, Honduras y Nicaragua son los gobiernos señalados como principales responsables de la restricción a la libertad de expresión (no sólo a los medios críticos, sino también a las manifestaciones públicas contrarias a los grupos en el poder).
Pero la evaluación llega más lejos. L
Irremediablemente nuestro país encabeza la lista con 50 por ciento de los periodistas muertos en el continente. Por eso el llamado a garantizar la seguridad de los reporteros y acabar con la impunidad, en esta ocasión, no sólo se lanzó a Felipe Calderón, alcanzó también a
Tristemente lo que ocurre con los periodistas en México es sólo la punta de un enorme iceberg. No hay sector en la sociedad que pueda sentirse seguro y que confíe en las autoridades de impartición de justicia y de administración del orden.
¿Cómo hacerlo cuando el diputado local por Convergencia -Horacio Jiménez López- considera que respetar una Ley Federal es un “detalle insignificante”? ¿Cómo confiar en la policía cuando es el Ejército mexicano el que debe cubrir sus funciones? ¿Cómo esperar que se haga valer la ley si nadie, absolutamente nadie, la respeta?
La realidad es que si bien en otros países los gobiernos nacionales se convierten en los enemigos directos de las garantías individuales, en México cada habitante arremete de una u otra forma contra los derechos de los demás.
Pasarse un semáforo, no imponerse como autoridad ante conductores de autobuses de pasajeros, fumar en lugares prohibidos, saber dónde están las narcotienditas pero guardar silencio, comprar piratería porque “no le hace daño a nadie”, recibir y ofrecer “mordida”, entre muchas más son las formas de actuar de una población que se ha convertido en víctima de sí misma y que espera, además, que sea otra persona quien termine resolviendo los problemas.
Las resoluciones de
En tanto no decidamos tomar en nuestras propias manos la decisión de cambiar las cosas, de sujetar en ellas las riendas de los destinos de nuestras naciones, nada podemos exigir, ni siquiera pedir que cambie.
israel.martinez@milenio.com
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J. Israel Martínez Macedo