¿Existe un "Plan B"? / Columna

De medios y otros demonios

¿Existe un “Plan B”?

J. Israel Martínez Macedo

De pronto parece que todo volvió a la calma en el mundillo de la política mexiquense. La paranoia priista por la alianza y la efervescencia aliancista por la “sorpresa” propinada a los tricolores se desvanecieron entre la polvareda levantada por la inseguridad, el frío y los dimes y diretes entre Calderón y Fox.

Todo apuntaba a que era normal, las semanas de definiciones clave ya pasaron y resta esperar a que llegue enero para que los movimiento vuelvan a presentarse con mayor intensidad, porque además, de ahí a julio de 2012 el clima (por lo menos el político) ya no se vuelve a enfriar.

Sin embargo, suenan voces en el espacio tricolor que aseguran que en ese lugar todo volvió a la tranquilidad porque ya se delineó un “Plan B”; una reacción perfectamente pensada y que se encuentra en proceso de análisis para conocer su viabilidad para minimizar (y quizá hasta aprovechar) una eventual derrota del PRI en el Edomex.

La brillante idea es que al perder una elección a gobernador en la entidad se podría aprovechar para darle a Peña Nieto una imagen de demócrata, de un hombre que respeta la voluntad ciudadana y que no impone sus intereses personales a las necesidades de la gente.

Aunque interesante y creativo, el supuesto “Plan B” (siguen siendo rumores) tendría serias deficiencias que deben ser consideradas antes de pensar en tomarlo en serio. La primera de ellas es simple: si se pierde la gubernatura se compromete buena parte de la operatividad de la estrategia mexiquense con miras a 2012, no sólo en materia económica (aunque dicen que el PRI-gobierno ya tiene su “guardadito” desde hace un rato), sino en cuestión logística.

Otro problema latente es que si bien podría ayudarle a Peña Nieto en materia de imagen con la población general, a los priistas (sobre todo a los mexiquenses) podría no gustarles mucho que la “joya de la corona” se entregue con fines estratégicos personales; baste recordar cómo reaccionó el priismo con Ernesto Zedillo en la elección de 2000.

Aunque la supuesta existencia de una estrategia que contempla la derrota parece haber dado tranquilidad a los tricolores bajo la bandera de “todo está previsto”, la realidad es que el PRI mexiquense no tiene opción a perder pues es mucho, muchísimo, lo que está en juego.

Aún resta mucho, de aquí a enero los movimientos son caseros y por debajo de la mesa. En el PRI y el bloque lopezobradorista sólo resta esperar el tradicional dedazo para saber quién será el abanderado de ambas propuestas que, de tan alejadas, parece que terminarán tocándose.

En el PRD-PAN aún está el “estira y afloja” acerca la planeación pero, sobre todo, de cómo va a estar la repartición de huesos en caso de conseguir la victoria en 2011. Saben cuál es el perfil de candidato que necesitan y cada uno busca que la propuesta final le sea lo más afín posible pero están ciertos de que el apoyo de la gente depende de quién sea el abanderado.

Entramos al periodo del “medio tiempo” las estrategias se afinan en cada vestidor, los técnicos dan las últimas instrucciones para lo que será, sin duda una contienda cerrada, reñida y lo que ello implica en términos políticos: sucia, asquerosamente sucia.

@Mega_J_Israel_M

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