Periodistas mexicanos, a dos fuegos / Columna

De medios y otros demonios

Periodistas mexicanos, a dos fuegos

J. Israel Martínez Macedo


Este día llegara a término la “Reunión de Medio Año” de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), que en esta ocasión se realizó en Cartagena de Indias, Colombia.
Más allá de la ausencia de Gabriel García Márquez, aún sin saber los motivos de la misma, o la presencia de Bill Gates este mediodía (en el que se espera hable de las nuevas tendencias de la tecnología de la información), destaca el informe que presentó Juan Francisco Ealy Ortiz, presidente de la Comisión Contra la Impunidad de la SIP y director general de El Universal.
Según el discurso pronunciado por Ealy Ortiz este domingo, en el continente se han registrado seis homicidios de periodistas tan sólo de octubre a marzo, además del secuestro de dos reporteros que aún siguen desaparecidos. Pero todavía más alarmante es que de los seis asesinatos, uno de ellos se registró en Haití y los cinco restantes en territorio mexicano.
No es extraño, el periodismo mexicano se enfrenta a un fuego cruzado: por una parte se encuentra el narcotráfico y la delincuencia organizada, por el otro un momento en la historia del país en donde en los distintos niveles de gobierno se arrastran vestigios de sistemas de gobierno autoritarios en los que cualquier acción es aplicada con tal de silenciar voces.
El informe además señala que hubo una reunión con el presidente Felipe Calderón a quien se le presentaron diversas propuestas para combatir la impunidad que entre otras cosas incluyen agravar las penas, otorgar rango federal a los asesinatos de periodistas y que se trate de un delito imprescriptible.
Es lamentable que México se encuentre en el segundo lugar a nivel mundial en cuanto a crímenes contra reporteros se refiere (eso gracias a que existe la guerra de Irak, de lo contrario ya seríamos el primero), pero más lamentable aún es que siga existiendo la impunidad, que los asesinatos se lleven a cabo y las investigaciones se pierdan en un mar de papeleo y desinterés.
A pesar de las denuncias, de las distintas agrupaciones y organizaciones no gubernamentales, el gobierno federal se limita a dar paliativos para mantener contentos a algunos reporteros que se sienten satisfechos porque ya no los van a demandar por difamación, digan lo que digan.
A nivel estatal: ni hablar. Las autoridades en los estados no se han atrevido a tomar la iniciativa para generar esquemas que garanticen la seguridad de reporteros y fotógrafos, por el contrario, es común encontrarse con casos en los que estos, en cumplimiento de su trabajo, tienen constantes enfrentamientos con el personal que rodea a los funcionarios.
Baste recordar en la entidad, en menos de un año, ya se ha registrado la agresión a un fotógrafo por parte de los guardaespaldas del gobernador, acción que generó una “huelga de cámaras caídas”, en donde los gráficos mexiquenses expusieron a Peña Nieto su inconformidad.
En Veracruz se conoce de constantes ataques a los reporteros, si no son confundidos con delincuentes en medio de los operativos, se conoce de ataques, secuestros exprés, desapariciones, y hasta homicidios, en donde las autoridades poco o nada hacen al respecto.
La impunidad es aún más grave que el delito, pues supone la negligencia de las autoridades responsables de resolver los asuntos, el periodismo en México continúa como una de las actividades más peligrosas para su desarrollo.

PARÉNTESIS
Vale la pena retomar el resultado de lo realizado en la reunión semestral de la SIP, a pesar de la distancia, el periodismo latinoamericano se enfrenta a fenómenos similares que determinan su razón de ser, e incluso, lo ubican como una forma muy particular de realizar la labor.
Vale la pena la reflexión de un tema que, a pesar de parecer básico, suele perderse en el horizonte de lo periodístico: el uso de los géneros por parte de los reporteros y su enseñanza en las escuelas de comunicación y periodismo.

imartinez@edomex.milenio.com