Impunidad en ataques a periodistas, ¿culpa de quién? / Columna

De medios y otros demonios

Impunidad en ataques a periodistas, ¿culpa de quién?

J. Israel Martínez Macedo

Cuando se habla de agresiones a periodistas en México inmediatamente se piensa en estados como Tamaulipas, Veracruz, Oaxaca, Sinaloa o el Distrito Federal como los principales lugares donde ocurren los ataques, pero es de llamar la atención que el séptimo lugar nacional lo ocupa el Estado de México.
Según el número de expedientes radicados en la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), en el Programa de Agravios a Periodistas y Defensores Civiles de Derechos Humanos, desde 1999 y hasta el 31 de julio de 2008, el Distrito federal encabeza la lista de expedientes, seguido por Oaxaca, Veracruz, Guerrero y Chiapas en los primeros cinco lugares.
En los lugares del sexto al décimo se encuentran: Tamaulipas, Estado de México, Chihuahua, Tabasco y Quintana Roo. Por quejas radicadas estos serían las entidades en donde más problemas se enfrentan los periodistas.
Pero el fenómeno sufre una tendencia a la alza, así lo revelan los datos de la CNDH que indican que en 2000 se recibieron 13 quejas; 21 en 2001; 43 en 2002; en 2003 se vio un descenso que no se ha vuelto a registrar con 29; 43 en 2004; 72 en 2005; 74 en 2006; 84 en 2007 y hasta el 31 de julio de 2008, 51 quejas.
Las estadísticas de la dependencia revelan que el peor de los sexenios, desde que se creó el Programa de Agravios a Periodistas en 1991, ha sido el de Vicente Fox Q!uesada, en donde se recibieron más quejas que en el de Carlos Salinas, Ernesto Zedillo y lo que va de Felipe Calderón, todos juntos.
Las quejas han sido tipificadas por la CNDH en: Ejercicio indebido del cargo, amenazas, violación al derecho a la libertad de expresión, intimidación, irregular integración de Averiguación Previa, trato cruel y degradante, detención arbitraria, incumplimiento de la función pública en la Procuración de Justicia, negativa al derecho de petición y robo.
Suena a exageración y eso se debe a que el periodista está acostumbrado a este trato, es decir: a que se le niegue la información, a ser discriminado en ciertos lugares por ser periodista, a que se le impida participar en algunas encuestas de mercadeo, a que lo amenacen una o dos veces al año por dar a conocer cosas que se preferirían mantener escondidas o simplemente los reclamos de políticos que gustarían que sus acciones se mantuvieran “bajo el agua”.
Es falso que quienes entramos a este negocio sabemos a qué le tiramos, muchos llegamos sin saber que todo eso es parte del trabajo; sin embargo, aprendemos que es la cotidianidad, que las cartas aclaratorias suelen ser muestra de ardor por parte de un político de piel sensible, que las amenazas se sienten como aplausos por un trabajo bien hecho, que el reclamo del político es sinónimo de ir por el camino correcto, que el repudio de algunos políticos por la presencia de un reportero o fotógrafo es en ocasiones algo normal.
Es esta costumbre la que nos hace no pedir, no exigir, no presionar para que se resuelvan los asesinatos, ataques, amenazas, desapariciones, secuestros de que somos objetos, eso nos convierte en parte del problema; por omisión, somos responsables de la impunidad de ataques a los periodistas en México.
México cerrará 2008 como el país que no estando en guerra cuenta con la mayor cantidad de periodistas muertos, secuestrados y amenazados, pero también la mayor cantidad de casos que quedan en la impunidad, y de eso son culpables las autoridades, pero somos responsables quienes podríamos, de una forma u otra, mantener un seguimiento a cada caso.

israel.martinez@milenio.com