El legado de Juan Rodolfo Sánchez a Toluca / Columna

De medios y otros demonios

El legado de Juan Rodolfo Sánchez a Toluca

J. Israel Martínez Macedo

Hace tres años, cuando el actual presidente municipal de la capital del Estado de México, Juan Rodolfo Sánchez Gómez, ganó la elección, había una gran expectativa sobre su, entonces, futura gestión. La administración de Armando Enriquez dejaba mucho qué desear y se pensaba que, después de todo, con el recién llegado no podría ser peor. Grave error de cálculo.
Para algunos habitantes de la ciudad, la que está por concluir podría ser calificada como la peor administración de los tiempos modernos, y sólo por falta de datos, podría ser la peor de la historia de la capital.
La administración municipal arrancó con una decisión complicada: eliminar el tradicional tianguis del mercado Juárez para reubicar a los comerciantes. Sin avisarle a nadie, ni con algún viso de negociación, los policías municipales llegaron por la noche y arrasaron con cuanto puesto y mercancía hubiera, aunque se dijo que los productos estaban en una bodega, nunca se comprobó que se entregaran a los dueños o que se mantuvieran guardadas. Las pérdidas fueron millonarias.
La ciudadanía se dividió, mientras algunos pensaban que la medida era dura pero necesaria, otros consideraban que habían destruido años de historia y tradición, en tanto que un grupo más moderado avalaba la decisión pero cuestionaban las formas de actuar de la autoridad.
Después de todo, el ayuntamiento se impuso y en la Legislatura los panistas cabildearon para reconocer la decisión de la administración, a la postre, sería el único reconocimiento público, a grado tal que fue el tema central de los tres informes de gobierno.
Se cambió la red de agua potable por fugas que detectaron bajo la tierra; destruyeron parques para cambiarle la imagen a la ciudad, eliminaron vendedores ambulantes y comerciantes no establecidos porque “afeaban” la nueva cara de la capital; construyeron puentes que no terminaron y que dependerá de la administración entrante para que los concluyan.
Para hacer “más bonitos” los parques se pidió a la Legislatura que autorizaran un endeudamiento, mismo que tuvo que ser modificado en la asignación de los recursos para poder concluir las obras.
Se “ajustó” el padrón de morosos de agua y saneamiento y se incrementaron -en algunos casos de manera exorbitante- los impuestos de predial y agua en bloque, con sumas impagables en algunos casos.
La policía municipal se vio ampliamente rebasada por la delincuencia, el tránsito se convirtió en el peor de los caos, con la brillante idea de hacer un carril confinado para autobuses y la incapacidad de hacer que estos obedezcan a la autoridad, las calles del centro se taponean y se vuelve un reto circular por ellas en automóvil.
Por si fuera poco, se decidió de manera unilateral retirar las casetas telefónicas del centro de la ciudad porque “no iban con el estilo”, esto le costó una denuncia penal federal al ayuntamiento para que, después del lío, regresen a su lugar.
Juan Rodolfo Sánchez cumplió con un objetivo personal al frente de la administración municipal: pasar a la historia, sólo que lo hace como el peor alcalde que se recuerde en esta localidad. Los cercanos a él aseguran que era fiel en su idea de que el enojo de los toluqueños derivaba de no haber traído artistas más populares a su “Festiva”, ¿ingenuidad? Sea el lector, como ha hecho el ciudadano común, quien juzgue.
El ataque de sus subordinados al candidato de su propio partido para sucederlo en la alcaldía le granjeó el desencanto de su partido, se rumora en el PAN que cuando se le informó a Felipe Calderón que un municipio albiazul había demandado al candidato panista, el Presidente preguntó ¿quién fue? “Juan Rodolfo Sánchez, de Toluca” le indicaron, “¿El de los clones?” cuestionó incrédulo el mandatario nacional. Ahí terminó la carrera política del alcalde en el panismo, por lo menos durante tres años más.
Toluca quedó muy dañada, el reflejo fue el voto de dos a uno en la elección, los parques, sí bonitos, los servicios tristemente abandonados y la gobernabilidad por los suelos, ese es el legado de Juan Rodolfo Sánchez a la ciudad.

israel.martinez@milenio.com