"Escribir sale del alma, los otros medios son aparatos, son máquinas"

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martes, 27 de julio de 2010

¿A qué nivel hemos llegado? / Columna

De medios y otros demonios


¿A qué nivel hemos llegado?


J. Israel Martínez Macedo


Es un hecho que cada quien tiene sus prioridades y que todas son igualmente válidas para cada uno en lo personal. Algunas son más triviales, como el resultado de la primera jornada del futbol mexicano o si México ya lidera el medallero en los Juegos Centroamericanos y del Caribe; a cosas tan (insertar tono de sarcasmo aquí) trascendentalísimas como las elecciones que vienen.

Resalto el punto del sarcasmo porque si bien hay muchas cosas en juego la realidad es que ya se ve tan lejano para la gente que simplemente se hace común escuchar los comentarios “pero si todos son iguales” cuando se intenta hablar de política con algún taxista, comerciante, ama de casa o cualquiera que no tenga ningún interés personal en el tema.

¿Qué está pasando en México? ¿Seremos conscientes los mexicanos de lo que ocurre en nuestro país? En resumen: el narco es dueño de un Centro de Readaptación Social para, usando armas de las propias autoridades, tener un comando especializado ejecuciones; en Acapulco (seguramente en muchos puntos del país también) los niños hacen simulacros en las escuelas para saber cómo actuar en caso de una balacera; uno de los políticos más famosos y poderosos está en manos de la delincuencia y no se ve para cuándo lo liberen.

“Sí bueno, pero eso pasa en otros estados aquí no, aquí las cosas no están tan mal” ¿De veras? La lista de ejecutados en la entidad aumenta, de una manera triste nos acostumbramos a ello; en plena capital del Estado de México opera una banda dedicada al robo de vehículo a mano armada; se le recomienda a los alcaldes viajar con elementos de seguridad para su custodia; las calles están bajo vigilancia de elementos de la ASE encapuchados y ostentando armas largas. ¿Eso debería hacernos sentir seguros?

Ni qué decir de la situación que viven los reporteros que documentan diariamente la situación en que se encuentra. Mientras la autoridad se agarra a balazos con la delincuencia, ambos bandos se toman un descanso para golpear, secuestrar o matar a quienes difunden información que se les hace incómoda o que simplemente se encuentra en un lugar donde no les gusta que estén.

Después de ver todo lo que ocurre en el país, en los estados, en las ciudades, en las colonias; en cada estrato de la sociedad, cada uno con sus respectivos problemas desde el robo da la bolsa en el mercado hasta el secuestro de un familiar por traer un auto medianamente caro; surge la duda de si realmente estaremos conscientes del nivel al que hemos llegado en el asunto de la inseguridad.

Me parece que no. No lo somos. Si lo fuéramos exigiríamos soluciones, acciones reales, contundentes; estaríamos reclamando a los políticos que dejen de pensar en elecciones que aún no llegan y resuelvan la realidad en la que vivimos hoy, que los “mesías tropicales” (sí, estoy hablando en particular del Peje) dejen de estar jugando a “yo sigo la voluntad del pueblo” y realmente la sigan, esa voluntad del pueblo es simple: ¡trabajen para resolver el problema!

Dejen de negar lo evidente. Durante años se habló de que México estaba entrando en un proceso de colombianización -refiriéndose a la peor etapa que vivió ese país en su historia por el nivel de intensidad que alcanzaron las cárteles-, las autoridades se dedicaron a negarlo (aún lo hacen) y el resultado es que en vez de actuar para detenerlo buscan sólo cubrir sus traseros para no ser exhibidos durante un proceso electoral.

Necesitamos ser conscientes y reconocer que las cosas están mal, muy mal; darnos cuenta de que el poder está en nosotros, que debemos exigirles a las autoridades que cumplan. Luz María Dávila y Patricia Duarte dieron el ejemplo claro. Reclamaron a Felipe Calderón como titular del Ejecutivo federal que resuelva, es un reclamo válido, sí son servidores de alto rango, se les paga muy bien y deben dar resultados.

El país se está perdiendo contra la delincuencia, la situación es grave, mucho más de lo que nos tratan de hacer creer, mientras no lo reconozcamos seguiremos en la misma pasividad, esperando que sean otros quienes tengan la iniciativa de decir “bueno ya, hagamos algo”. Exigir es nuestro papel, cumplámoslo, hay que quitarnos el miedo a reclamar un buen servicio público de aquellos a quienes hemos elegido, se les paga bien, muy bien, que desquiten el salario.


israel.martinez@milenio.com

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J. Israel Martínez Macedo

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