"Escribir sale del alma, los otros medios son aparatos, son máquinas"

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Gabriel García Márquez

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lunes, 8 de septiembre de 2008

El verdadero informe / Columna

De medios y otros demonios

El verdadero informe

J. Israel Martínez Macedo

En estos días de septiembre cuando los asuntos correspondientes a los informes -federal y estatal- acaparan los espacios informativos vale la pena revisar los temas que se trataron, mediáticamente hablando, y el enfoque que la llamada “opinión pública” le ha dado a estos eventos.
El primer punto que se mantuvo en discusión en prácticamente todos los medios fue el relacionado con los formatos con que se presentaron las respectivas rendiciones de cuentas al Congreso de la Unión y a la Cámara de Diputados local.
El jaloneo se ha dado en virtud de definir cuál es la mejor manera de entregar un informe de labores, que si debe hacerse sólo por escrito, que si debe hacerse presentarse el titular del Ejecutivo ante el pleno del Legislativo, que si debe darse mensaje después, que si debe hacerse uso de los tiempo del Estado para hablar a los ciudadanos, etcétera, etcétera, etcétera.
Hubo quien quiso salir de ese debate y se enfocó a ver si hubo o no avances con relación a lo que aconteció en años anteriores. Incluso buscaron cifras de organismos no gubernamentales y hasta gubernamentales de distintas instancias para tratar de insinuar que lo que se estaba presentando no eran más que mentiras.
Claro que no podría faltar algún espacio en el que se comentó el cotilleo entre invitados, que si el senador fulano comió con el diputado perengano o si los miembros de una bancada se reunieron en un determinado restaurante para ponerse de acuerdo en su posicionamiento… en fin.
Después de todo lo que se dijo en los medios, que las apariciones en televisión, que si llegaron todos los invitados, que si debió acudir al Congreso, que si no debió hacerlo y un sinnúmero de etcéteras que rodearon a los informes; fuera del círculo político y los que en él se mueven, ambos informes pudieron pasar de noche y lo mismo ocurría.
Y es que para los habitantes de cualquier entidad y por supuesto de la nación, no hay mejor informe que el que se vive todos los días, si el sueldo alcanza para algo más que para sobrevivir, si se puede salir a la calle sin temor de ser asaltado o de que se regrese a una casa “limpiada” por el hampa.
A la gran mayoría de los mexicanos y mexiquenses poco o menos que muy poco les importó lo que ocurría con los formatos, con los enjuagues, con las comparecencias, con las recriminaciones y hasta con los mensajes; para ellos es más importante llegar a sus lugares de destino en menos tiempo y con mayor seguridad, es más relevante que los gastos escolares no suban, es fundamental que el salario aún alcance para que todos los miembros de la familia puedan bien comer.
Para la gran mayoría de quienes no forman e incluso no les interesa formar parte del círculo político, los informes fueron hasta menos relevantes que el encuentro de futbol de la selección contra Jamaica, y no es para menos.
Los miembros de la sociedad mexicana se interesan cada vez menos en los asuntos políticos ¿por qué? Tal vez porque así lo han procurado quienes juegan ese juego, con reformas que alejan a los ciudadanos de expresar su opinión, con innumerables casos que se platican de boca en boca sobre abusos de poder, de impunidad; con beneficios para los cuales muchos sólo alcanzan a soñar; con infinidad de prácticas no escritas que se llevan a cabo todos los días, con eso y mucho más el interés por lo que los políticos hagan es cada vez menor.
La sociedad ya conoce eso, no se asombra de ocurra, por el contrario, está vacunada y así lo demuestra, se dedica a hacer su vida esperando que sus políticos cumplan con su parte.
Para la mayoría de la gente no hay mejor informe que el que viven todos los días, sin réplicas, sin acusaciones, sin protagonismos de ninguna de las partes; simple y llana eficiencia en el servicio que beneficie su diario actuar. Ahí está la verdadera evaluación con la que los políticos podrán contender a un puesto más alto, ahí se encuentra la diferencia entre ser recordado como un mandatario como nunca ha habido otro, o como uno que, por nofavor, ya no haya otro.

israel.martinez@milenio.com

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J. Israel Martínez Macedo

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