Derrota del Estado. La muerte de Eliseo Barrón / Columna

De medios y otros demonios

Derrota del Estado. La muerte de Eliseo Barrón

J. Israel Martínez Macedo

Volvió a ocurrir. Nuevamente un periodista fue asesinado en México. Eliseo Barrón Hernández de MILENIO La Opinión de Torreón fue la víctima de esta ocasión. Tristemente no ha sido el primero, frustrantemente no hay garantías (ni siquiera visos) de que sea el último.
El gobierno mexicano tiene una gran deuda. El país se coloca como el primer lugar en América en cuanto a asesinatos de reporteros refiere y uno de los más peligrosos a nivel mundial.
El Comité para la Protección de Periodistas (CPJ por sus siglas en inglés) señaló en su informe anual que México es uno de los lugares más peligrosos para el ejercicio de la profesión, la organización norteamericana señala que desde el año 2000 han muerto 25 periodistas y desde 2005 se registran siete desapariciones sin resolver.
Reporteros Sin Fronteras (RSF) contabilizó la muerte de Eliseo Barrón como el caso número 49 de desaparición o muerte de un periodista en el país desde el año 2000, la cifra es muy similar a la que informó la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) con medio centenar de crímenes.
La Federación Latinoamericana de Periodistas (Felap) a través de la Comisión Investigadora de Atentados a Periodistas (CIAP) es contundente respecto a la posición que ocupa nuestro país en cuanto a violencia al tema “México es el país donde asesinan hoy a más periodistas, tras quitarle el triste cetro a Colombia”.
Algunas personas cuestionan: por qué se hace tanto ruido por la muerte de un periodista cuando todos los días la delincuencia organizada cobra la vida de decenas de personas por todo el país, como si la vida de un reportero fuera más importante que la de un inocente que estaba en el lugar y momento equivocados.
No, la vida de un reportero no vale más o menos que la de cualquier otra persona por sí misma; sin embargo, hay que tomar en cuenta que el asesinato del reportero por parte de la delincuencia organizada no es por el tipo de persona que es, sino por la actividad que realiza.
El asesinato de un reportero es un ataque a la labor de informar a la sociedad, a través de un medio de comunicación (el que sea) sobre un tema en particular que afecta los interese de los criminales, el ataque al periodista representa el intento de la delincuencia de evitar que los ciudadanos estén informados de sus actividades, planes, formas de organización y operación, fortaleza y alcances reales; dicho de otra manera, es un ataque a la información pública.
En el norte del país, precisamente en la zona de Durango y Coahuila, los ataques se han intensificado y obtenido resultados importantes que se pueden atribuir a un triunfo de la delincuencia organizada en su lucha contra el Estado mexicano: hoy, tras homicidios, amenazas, secuestros y desapariciones, los periodistas y los medios para los que trabajan han decidido dejar de informar a detalle sobre las actividades del narcotráfico y sus derivados, y por su seguridad y la de sus familias, le bajarán a la cobertura de esos temas.
En un gobierno que se dice en guerra contra la delincuencia, la decisión de los medios de la región de La Laguna es, en sí misma, una derrota a la capacidad de brindar seguridad a quienes informan día con día sobre las actividades y formas de operar de este grupo.
¿Cómo puede el Estado pedir ayuda a la sociedad civil para el combate a la delincuencia si no es capaz de proteger a quienes por oficio, decisión o profesión le han dado elementos para actuar? ¿Ese es el apoyo y garantías que le brindará a quien le ayuda? ¿Ni siquiera saber quiénes fueron los asesinos y aplicar la justicia en ellos? Esperamos respuestas… desde hace años, las seguimos esperando.

israel.martinez@milenio.com