De medios y otros demonios
La radio sin esencia
J. Israel Martínez Macedo
Poniendo un poco de atención a lo que nos ofrece la radio local, no queda más que tirarse a llorar por los rincones cual Magdalena y esperar que algún día la creatividad y el valor para correr el riesgo de innovar resuciten; aunque parece mucho pedir.
Sólo un par de programas en todo el espectro radiofónico son capaces de mantener atenta a la audiencia por sí mismos; el resto se han convertido en un “aceptable ruido” que está ahí llenando el espacio vacío del incómodo silencio y nada más.
Los amorosos de la imagen sonora, los nostálgicos de la palabra hablada decían con justa razón que la radio educa, acompaña, entretiene, divierte y cultiva a una audiencia que le permitía, al mismo tiempo, convertirla en un buen negocio.
Conforme pasaron los años el negocio se comió a la creatividad, la magia, la cultura y el encanto de la producción radiofónica y poco a poco fue matando a la gallina de los huevos de oro. La producción comercial se limitó a transmitir y retransmitir música de moda que sólo llenaba el espacio sin aportar nada más.
A la gente le agradaba porque podía escuchar sus canciones favoritas sin necesidad de comprar el disco e incluso lo podían grabar en audiocasetes. El sistema funcionaba porque las emisoras mantenían, en cierta forma, alguna especie de control sobre lo que se podía y no escuchar.
La llegada de internet significó un nuevo reto; la posibilidad de bajar las canciones de la red, de escucharlas en servicios que reproducen las opciones que cada uno programa y el acceso a estaciones de cualquier parte del mundo agotó el esquema y lo liquidó.
La radio dejó de ser compañera, dejo de educar y perdió su encanto. Aún los noticieros; se volvieron, en muchos casos, meros repetidores de boletines leídos o de noticias publicadas en los medios impresos y portales de internet, en el mejor de los casos reporteros leen al aire aquello que debería ser noticia pero nada más, sin explicación, sin guía, sin opinión… sin sentido, sin idea.
La radio producida en Toluca se estancó en algún punto —salvo un par de programas matutinos y otro tanto vespertino—, el resto está para llorar. Quizá por eso es que la radio comercial ahora apuesta a comprar producciones del DF, por eso es que subsisten realizaciones de la década de 1950 porque no hay nada mejor que sea capaz de ocupar ese espacio. La radio perdió su esencia y se ve muy poco interés (entre quienes la hacen) para que algún día la pueda recuperar.
Twitter: @Mega_J_Israel_M
israel.martinez@milenio.com
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J. Israel Martínez Macedo