De medios y otros demonios
A la altura
J. Israel Martínez Macedo
Un personaje con actividad pública genera, por esto mismo, una imagen inmediata entre una gran cantidad de personas que, desde ese momento, cuentan con una expectativa de su comportamiento con base en la cual se miden todas y cada una de las acciones que lleva a cabo.
Con algunos políticos, la gente espera que, al asumir su papel de mandatarios o representantes populares, puedan resolver los problemas fundamentales de la población; no obstante, los antecedentes de fracaso que existan al respecto ya sea de su persona, de su partido o del sistema en general.
El asunto implica, además, una expectativa de comportamiento en el que los políticos deben mantener cierto estatus sin verse demasiado lejanos de la población general, deben encontrar un punto medio.
Por ejemplo el presidente Felipe Calderón hace un comentario en elñ que pide a los atletas mexicanos que saquen el “fua”. Por querer verse “buena onda” y cercano a las expresiones populares, la opinión quedó fuera de la proporción de lo que esperamos de un Presidente de la República y más aún si recordamos que la frase surge de un ebrio grabado en plena borrachera.
El asunto es que en el manejo de la imagen no hay nada escrito, es común escuchar que los nuevos gobernadores siguen actuando como candidatos durante sus primeros días o semanas de gobierno (como ha sido el caso de Eruviel Ávila en el Estado de México) o que los candidatos o aspirantes a candidato no se han quitado esa pinta de funcionarios públicos (como Ernesto Cordero).
El asunto parece no tener trascendencia alguna; sin embargo, no es tan simple. Si el personaje que está frente a las personas no entiende la imagen que debe proyectarle a éstas con su sola presencia, comentarios y actitudes; tampoco será capaz de emitir un mensaje confiable y creíble respecto a su papel y, por tanto, no será contemplado bajo esa perspectiva.
Este proceso de transición se afirma con otras acciones que tienen el objetivo de fijar la idea de que se asume un nuevo rol y con base en ello, el nivel y alcances que el funcionario o la institución puede alcanzar.
El caso claro: el gobierno mexiquense de recién ingreso. Cambió de titular, cambió de gabinete pero sigue pareciendo justo y exactamente lo mismo que el anterior y no otra cosa. A más de una semana de haber arrancado no hay nueva imagen, ni nueva forma de hacer las cosas y no se vislumbra que lo vaya a haber en el corto tiempo.
A final de cuentas estos procesos llevan un proceso pero entre más tiempo pase, la expectativa de la gente va desapareciendo para convertirse en una certeza de la que después, difícilmente, se le puede convencer. Estar “a la altura” es hoy tan importante como dar resultados porque esa imagen ya no se puede borrar, y si no me creen: pregúntenle a Ninel.
Twitter: Mega_J_Israel_M
israel.martinez@milenio.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por comentar, responderé a la brevedad posible.
J. Israel Martínez Macedo