De medios y otros demonios
Libre expresión y Twitter
J. Israel Martínez Macedo
El manejo y uso de Twitter como medio de información ha tomado relevancia en las últimas semanas. La detención de dos usuarios de la red acusados de terrorismo en Veracruz, el ataque de un grupo de la delincuencia organizada a otro par a los que torturaron, mataron y dejaron colgados de un puente, así como las amenazas de políticos sobre regular contenidos de las redes luego de ser objeto de distintos comentarios; pone el tema en el centro del debate.
En primer lugar Twitter no es una red social común. Un estudio señaló que ésta funciona más como un medio tradicional en el que sólo 10 por ciento de los usuarios genera la información, mientras que el otro 90 por ciento la repite o retwitea, lo que no necesariamente genera interactividad entre ellos.
En segundo término hay una creencia generalizada entre los propios usuarios de Twitter de una necesaria capacidad superior en el ámbito creativo-intelectual respecto al resto de las demás redes, por lo que incluso reflejan un comportamiento intolerante con quienes no comparten esa idea que, no obstante, no tiene explicación lógica más allá de la simple creencia en ella.
En tercer lugar, las reglas de Twitter fueron diseñadas para dejar que los miembros de la red social interactúen libremente deslindando a la empresa de cualquier comentario que los usuarios pudieran realizar, evitando los “censores” que vigilen la información, lo que le arroja la responsabilidad directa de lo publicado al autor del comentario.
Estos tres elementos (entre muchos otros que destacan de su funcionalidad) hacen de Twitter una red de interacción dinámica que genera líderes de opinión no reconocidos fuera de ese medio, con cierto nivel de credibilidad que; no obstante, no asumen su responsabilidad en el manejo informativo.
Al deslindarse el medio, toda la responsabilidad del comentario recae en el usuario pero al ser un sinnúmero de ellos los que deben asumir las consecuencias de su participación, se genera un respaldo “solidario” entre unos y otros, escudados en lo que Michelangelo Bovero llama “retórica de la libertad” y que refiere ese discurso de ser libre sin límites.
De igual forma se confunde libertad de expresión con licitud de opinión y ésta con impunidad sobre lo que se dice. Si a eso se le suma la extrema intolerancia que caracteriza a una gran parte de los usuarios, tenemos como resultado una explosiva mezcla de defensores de la retórica, que no de la libertad.
Toda libertad tiene límites y estos son establecidos en la ley, a su vez, señalan cuando hay abuso en el ejercicio de la libertad y las consecuencias que se deben asumir cuando se rebasan. Los usuarios, así, no son responsables de una mala interpretación a un mensaje que emitan pero sí de difundir mentiras que afecten moralmente la vida de otra persona.
¿Debe prevalecer la libertad de expresión sobre los intereses personales? Sin duda. ¿Son responsables los usuarios de las malas interpretaciones que otros usuarios hagan de sus comentarios? Por supuesto que no. ¿Se debe sancionar a quienes rebasen los límites de la libertad? Indudablemente. La ley mexicana indica límites a la libertad de expresión pero, tristemente, poca gente lo sabe y, menos aún, los conocen.
Twitter: @Mega_J_Israel_M
israel.martinez@milenio.com
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J. Israel Martínez Macedo