De medios y otros demonios
Redes sociales para sobrevivir
J. Israel Martínez Macedo
Las redes sociales son herramientas diseñadas, en su origen, para generar interacción y cercanía entre sus usuarios. Proyectos escolares que fueron creciendo y desarrollándose, se convierten en un boom mediático con alcances que sus creadores seguramente no imaginaron.
Las historias que giran alrededor de ellas cuentan, por el lado positivo, desde encuentros accidentales que terminan en matrimonios hasta reencuentros de amigos a los que se les había perdido la pista pero, en contraparte, por el lado negativo se documentan situaciones como despidos o divorcios y en el peor de los casos, en México: la muerte.
El fenómeno llama la atención de académicos, legisladores, políticos y población en general; su impacto, manejo, fuerza, contundencia en el mensaje y reacción en la vida social no virtual genera escozor en más de uno y temor en otro tanto.
La telefonía celular llegó a darle un empujón a la interacción social por internet. La tecnología logró llevar el plus de la red de redes a la conectividad móvil y con ello el auge de las redes sociales, ya no sólo era posible conectarse por chat de Messenger o enviar correos electrónicos, también se podía interactuar en tiempo real vía Twitter o Facebook.
El poder informativo de la gente se vio impulsado por estos nuevos esquemas de comunicación y dio pie a la redefinición de conceptos para identificar el interés de la gente de informar a su comunidad. El llamado “periodismo ciudadano” tuvo un auge especial pues cualquiera con este tipo de tecnología podía subir fotos, video o texto desde cualquier lugar en cualquier momento.
El paraíso informativo que se limitaba a compartir hechos u opiniones se convirtió rápidamente en una especie de Big Brother social (el personaje diseñado por George Orwell estaba pensado eminentemente en un actor político) que lo veía todo pero más aún, lo comentaba todo y todos podían verlo y seguirlo en tiempo real.
La sociedad encontró en las redes ese espacio que no tenía para quejarse de las autoridades y sentirse escuchada por ellas o los medios, pero también atrajo a los grupos delincuenciales que se sintieron descubiertos en su clandestinidad dando como consecuencia el asesinato de personas que los denuncian por estas vías.
El mismo New York Times publicó un artículo de Damien Cave en el que considera que en México las redes sociales son un asunto de supervivencia. Informarse de dónde son las balaceras o los ataques de la delincuencia organizada permiten sobrevivir en las calles de este país.
Sin embargo, informar puede tener un precio muy alto. Le pasó en Nuevo Laredo, Tamaulipas, a María Elizabeth Macías, jefa de Redacción del diario Primera Hora, asesinada por denunciar en las redes a los delincuentes. La mataron por hacer lo que cualquier ciudadano hace hoy en día en Twitter o Facebook. Es un nuevo riesgo para el que, como muchos otros, el Estado mexicano no tiene respuestas, mucho menos soluciones.
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J. Israel Martínez Macedo