Ataques a reporteros mexiquenses / Columna

De medios y otros demonios

Ataques a reporteros mexiquenses

J. Israel Martínez Macedo


Esta semana se registró un suceso lamentable. Ana Lilia Flores, fotógrafa de un medio regional de Capulhuac, fue amenazada por el dueño de un bar al cubrir un operativo que derivó en el cierre del antro por parte de las autoridades municipales.
El hecho es lamentable porque las amenazas ocurrieron al momento mismo en que se llevaba a cabo el operativo, en presencia de las autoridades y policías que ni siquiera se inmutaron ante la agresión contra la fotógrafa que sólo se dedicaba a capturar en imágenes lo que ocurría en aquella comunidad.
Si bien en el estado de México los reporteros y fotógrafos no sufren los niveles de violencia que se viven en entidades como Veracruz, Sinaloa o Guerrero, también es cierto que no se puede esperar hasta que se susciten acontecimientos de esa naturaleza.
Las amenazas en la entidad son, normalmente, relacionadas con la línea editorial del medio, en casi cualquier manifestación no falta quien pregunte a qué medio se representa para decidir si el reportero recibe una serie de insultos o se le deja hacer libremente su trabajo, digamos, es lo de cada manifestación.
Pero en el caso de la agresión en Capulhuac, la fotógrafa se encontraba haciendo su labor, sólo registraba los hechos con su cámara cuando fue agredida por el empresario quien ni siquiera tuvo el valor de dar su nombre. No se trata de un reclamo por la línea editorial del medio, sino de una agresión por parte de alguien que se siente perjudicado con la labor periodística de informar.
No es nuevo que a algunos particulares y servidores públicos les gustaría más que los reporteros no se inmiscuyeran, algunos periódicos o secciones locales de medios nacionales autocensuran trabajos o investigaciones de sus reporteros a cambio de no tocar al amigo del editor o por no incomodar a un importante cliente comercial que podría retirar la publicidad si se siente lastimado.
El respeto al trabajo informativo se pierde cuando el mismo medio participa en la censura al reportero que, después de un trabajo de investigación en el que tuvo que comprobar los hechos, debe guardar todo en una gaveta porque de cualquier forma no se le va a publicar.
El nuevo periodismo ya no se permite este tipo de acciones, entiende que el medio es un negocio, pero uno en el que el producto principal es la información, no se puede dar el lujo de callar la voz de quienes lo nutren de su esencia misma sólo por recibir unos centavos más o por amiguismo o compadrazgo.
De igual manera, la autoridad debe garantizar que el trabajo de quienes cumplen con la misión de estar en el lugar de los hechos para informar a la ciudadanía se pueda realizar con seguridad. No es nuevo que alguien se incomode por el dar a conocer un suceso, pero no por eso se puede permitir la agresión.
Esto tiene mucho que ver con una especie de cuestión cultural. Aunque una persona sepa que está haciendo algún mal, es partícipe de un “cochupo”, o de plano no cumple con lo que le corresponde, se molesta si alguien le hace notar su error o, peor aún, lo denuncia con la autoridad competente para que se tomen las medidas correspondientes. Es igual con los representantes de los medios.
Pero insisto y esto es lo importante, por más molesto que esté el personaje no se puede permitir que ataque o amenace a un reportero o fotógrafo cuyo trabajo es dar a conocer que aquel está actuando de manera incorrecta.
Cabe en este momento recordar la agresión sufrida hace un año por otro fotógrafo, quien fue golpeado por un guardaespaldas del gobernador, Enrique Peña Nieto, ante lo cual sus compañeros gráficos realizaron una manifestación ante el mandatario quien aseguró que se atendería el asunto. Hasta la fecha, no se ha sabido de sanción o amonetsación alguna al entonces agresor.
Los llamados a la autoridad, en todos los niveles, siempre han sido en el sentido de que se garantice la seguridad del trabajo informativo, por lo mismo este tipo de acciones no pueden ni deben quedar impunes, y mucho menos, sentar un precedente en la entidad que deriven en lo que ocurre en estados donde ya existe estadística de reporteros muertos o desaparecidos.
Cualquier cantidad de diputados ha retomado el tema y se arroja a declarar envuelto en la bandera del falso interés cuando se acercan los días de la libertad de expresión o del periodista, argumentando que se legislará para garantizar seguridad en el ejercicio de la profesión, pero unos días despues, las palabras se las llevó el viento.

PARÉNTESIS
Por cierto, ya hablando de otros demonios, trabajadores del Diario Amanecer se encuentran en la zozobra por temor a perder el empleo. Según comentan, les adeudan ya tres quincenas, a algunos más a otros menos, y les aseguran que si se ponen exigentes con su pago terminarán en la calle, además de que con el cambio de razón social del medio, ya no les valdrán la antigüedad. El detalle es que, al parecer, no es el único medio que no paga en tiempo.

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