¿No que muy cabrones? / Columna

De medios y otros demonios

¿No que muy cabrones?

J. Israel Martínez Macedo

Una negligencia, el desinterés o posiblemente la desatención de las autoridades mexiquense le costaron a la reportera gráfica de Capulhuac, Lilia Flores Hernández, la golpiza de su vida.
Lilia había denunciado amenazas por parte del supuesto empresario Gustavo Díaz Aguilar luego de cubrir y fotografiar el cierre del antro “Kumbala”, propiedad de este sujeto, el 31 de julio pasado. Las amenazas ocurrieron en presencia de elementos de la policía municipal de Capulhuac quienes simplemente se quedaron mirando ante la acción de este personaje.
Sin embargo ella no esperó con los brazos cruzados, denunció los hechos ante la Procuraduría General de Justicia del Estado de México, en la Agencia del Ministerio Público de Santiago Tianguistenco, institución que se limitó a asentar los hechos en el acta ST/III/1283/2007, y no hizo nada más por garantizar la seguridad de la reportera.
Una semana después, los hechos se dieron a conocer en este espacio y en el canal local de Televisa. Aún así la autoridad continuó en la baba.
Al día siguiente de que se difundieran lo sucedido, Lilia Flores fue acosada, notó que era vigilada casi todo el día, pero no le dio mayor importancia creyendo que estaba cayendo en paranoia.
Sin embargo los temores de de Lilia eran fundados, el pasado miércoles 15 de agosto fue interceptada por unos sujetos quienes, a golpes, la subieron a una camioneta. El resto del día no se supo nada de ella.
Fue hasta el mediodía del jueves 16 que su esposo recibió un mensaje en su celular en el que se indicaba que por qué no buscaba el cuerpo de Lilia en el Ajusco y se burlaba además “¿no que muy cabrona?”. Inmediatamente se notificó a la Procuraduría de Justicia, se dio orden de buscarla y se asignó a un comandante para encontrar a la fotógrafa.
Lilia Flores fue encontrada por policías municipales de Ocoyoacac, en un paraje boscoso de aquel municipio, lejos del mencionado Ajusco. Se encontraba seriamente golpeada. No reconoció a su esposo cuando éste le dio alcance. Tampoco sabía en qué día se encontraba, para ella seguía siendo miércoles 15 de agosto.
Lo único que Lilia Flores recordaba es que había sido interceptada por unas personas en la calle, fue subida a golpes a una camioneta, arrojada en el piso de la misma y golpeada en el trayecto a algún lugar hasta que perdió la consciencia.
A pesar de que el hecho había sido denunciado a las autoridades, a pesar de que en este mismo espacio y en el canal local de Televisa se le había dado el seguimiento, a pesar de que las amenazas ocurrieron frente a la autoridad municipal de Capulhuac, a pesar de tantos pesares, nadie, absolutamente nadie, hizo nada por garantizar la seguridad de la reportera.
En este mismo espacio se cuestionaba a esos legisladores que se envuelven en la bandera de la democracia y libertad de expresión para atraer reflectores, se hacía notar la importancia de no permitir que este tipo de violencia, existente en otras entidades del país, se registrara en el estado de México.
Hoy es demasiado tarde, Lilia Flores Hernández fue amenazada, secuestrada, golpeada y abandonada a su suerte en una zona boscosa de Ocoyoacac. Estos hechos han sido denunciados ante las autoridades mexiquenses correspondientes, pero ante la ineficacia, impotencia, negligencia o cualquier pretexto que la PGJEM, la policía municipal de Capulhuac, o cualquier otra autoridad involucrada pudiera argüir, no queda más remedio que informar de los hechos a quienes sí estén interesados: Sociedad Interamericana de Prensa, Comisión de Derechos Humanos del Estado de México, Comisión Nacional de Derechos Humanos a través de su Programa de Agravios a Periodistas y Defensores Civiles de Derechos Humanos, la asociación civil Artículo 19, y demás asociaciones de periodistas para no permitir que este hecho quede en la impunidad y se encuentre a los responsables de estos hechos.
Es inconcebible que los funcionarios hagan oídos sordos a las denuncias y que los hechos se queden en la impunidad. No sería descabellado pensar que incluso hubiera alguno que otro servidor público coludido en este caso. A esas autoridades, quienes debieron salvaguardar la integridad de Lilia, quienes conocían de los hechos y no actuaron, es a ellos a quienes va dirigida la pregunta ¿no que muy cabrones?

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