La única mujer segura en Toluca o el acalde va desnudo / Columna

De medios y otros demonios

La única mujer segura en Toluca
o el acalde va desnudo

J. Israel Martínez Macedo

El alcalde de la capital mexiquense va desnudo. Y es que con la clase de colaboradores con que se carga, no se me ocurre otra frase que mejor defina lo que le ocurre a Juan Rodolfo Sánchez Gómez. Le cuento.
La mañana de ayer ocurrió algo que no creí posible cuando me platicaron algo similar hace algunas semanas, me costaba trabajo creer que tal nivel de cinismo y burla pudiera ser posible, pero ahora no tengo forma de decir que no es verdad.
En el Templo de Santa María de Guadalupe de la capital mexiquense se desplegó un operativo digno de la captura de cualquier capo del narcotráfico, dos patrullas aseguraron el área. Inicialmente creímos que se trataba de la captura de una peligrosa banda de delincuentes, de esos que abren tiendas de herramientas, o asaltan tiendas de conveniencia a mano armada y a plena luz de día o arrancan el pago de una quincena afuera de los cajeros, pero no, no había detenidos por ningún lado.
Para nuestra sorpresa el operativo resultó ser el preludio a la llegada de Maria del Carmen Alarcón, si usted se pregunta quién es esta mujer, pues déjeme comentarle que se trata de la responsable de la inseguridad que se vive en la capital mexiquense como directora de Tránsito Municipal.
Resulta que la señora sería madrina de primera comunión, y como la cosa de la inseguridad está del cocol, pues es necesario tener a tres patrullas -las dos que le anteceden y una tercera que la escolta a donde se mueva- cubriendo sus espaldas.
La acción fue rematada con una imagen lamentable para la policía de Toluca: uno de sus subalternos, uniformado, caminando detrás de ella, sosteniéndole el abrigo para que la responsable del caos vial cotidiano y la inseguridad que se respira por cada poro del cuerpo cuando se camina por el centro de la ciudad no se cansara. Y uno sin cámara fotográfica a la mano.
Es una burla hacia los toluqueños, a los negocios que han sido, y siguen siendo víctimas de la delincuencia, de los ciudadanos que se esfuerzan por estar al corriente con sus pagos de predial y agua para que a esta mujer se le pueda pagar un salario que demuestra no merecer, pero sobre todo, es una risotada en la cara del alcalde, al fin, cuando le pidan cuentas, dirá una mentira, total, “una mancha más al tigre”.
La verdad es que no puede con la delincuencia, le queda grande el puesto, eso es indudable, tres asaltos (lo que implica lujo de violencia) en el centro, en una sola mañana, es un hecho sin precedente en esta ciudad; el robo sistemático a tiendas de conveniencia y un sinnúmero de casos en donde la delincuencia actúa impunemente en cualquier calle, sea principal o secundaria, es ya la historia de todos los días.
El alcalde se ha tardado en ponerle una solución al problema. Le dio toda la confianza a una mujer que vendió la idea de que sabía hacer el trabajo que se le encomendaba. Se le apoyó cuando decidió correr o cambiar de área a elementos que, ahora queda demostrado, sabían, ellos sí, hacer su trabajo y mantenían a raya la delincuencia o el tránsito.
No queda duda que quien queda en mal es el alcalde. Él es el único responsable de mantener a quien demuestra sobrada incapacidad. Él es quien será recordado como el presidente municipal que permitió que la delincuencia se apoderara de la ciudad por su nula intención de ajustar a tiempo -dicho sea de paso, cualidad exclusiva de verdaderos líderes-.
Un buen funcionario, curiosamente del área de seguridad, me comentó en una ocasión que lo más difícil es reconocer un error y la necesidad de hacer los cambios, porque la opinión pública “se les va encima”, pero que cuando la evidencia era brutal el cambio va seguido de aplausos. Éste sería el caso.
Hoy el alcalde va desnudo, no hay quién lo arrope en materia de seguridad pública y tránsito, y el único culpable de esa situación es: él mismo.

israel.martinez@milenio.com