La complejidad llamada Sedagro / Columna

De medios y otros demonios

La complejidad llamada Sedagro

J. Israel Martínez Macedo

El asunto no es de hoy. La intención de desincorporar el Complejo Sedagro para llevar a cabo ahí la construcción de una “importante obra” por parte del gobierno del Estado de México tiene mucho tiempo que se rumoraba en los altos círculos de la política mexiquense, incluso se habla que el proyecto tiene más de un año de ser conocido por algunos funcionarios de primer nivel.
El gobierno mexiquense, obviamente, está pintando un panorama color de rosa con la realización de este proyecto, sin embargo las dudas surgen cuando el procedimiento para llevarlo a efecto se hacen de la forma en la que se hicieron.
Los diputados recibieron la propuesta de desincorporación y la votaron sólo tres días, después, hay quienes aseguran que votaron en contra porque desconocían el proyecto. El argumento suena a escape. Votar a favor o en contra una propuesta de la que se desconocen los alcances es igual de malo.
El asunto tiene evidentes tinte políticos, en el ámbito municipal hay dos diputadas locales que están buscando obtener dividendos con la mira puesta en 2009, Selma Montenegro por el PAN y Ana Lilia Herrera por el PRI andan muy atareadas, la primera en evitar que se lleve a cabo el proyecto de la Ciudad Administrativa, la segunda en que se consiga.
Detrás de Selma Montenegro se encuentran habitantes de las colonias colindantes del Conjunto Sedagro, que escudados en la bandera ambientalista, buscan mantener lejos de sus casas el ajetreo que representa el funcionamiento de la administración estatal, mientras que Ana Lilia Herrera se encuentra en una disyuntiva más complicada pues por un lado tiene a una parte influyente de la ciudadanía exigiendo un “no” rotundo al proyecto y por otra se encuentra el gobierno estatal, perteneciente al mismo partido al que pertenece y que, aparentemente, le ha encargado llevar a buen puerto el plan.
Además se encuentra el asunto de la aspiración presidencial del gobernador, Enrique Peña Nieto, que al parecer buscará consolidar una serie de proyectos de infraestructura en la entidad para usarlos, en su momento, como base de una plataforma de campaña.
En medio de todo este barullo se encuentran los vecinos, unos a favor porque verán incrementado el valor de sus propiedades, otros en contra porque argumentando la cuestión ambiental, saben que habrá más tráfico, menos servicios, y más gente deambulando por sus pacíficos y tranquilos residenciales en los que han podido mantenerse alejados de todo problema.
Ahora viene una consulta por parte del gobierno mexiquense que tiene todo el tufo de buscar legitimar, al estilo lopezobradorista o chavista, las decisiones del Estado, pero que, si se aplica correctamente, puede traer como consecuencia el tener la certeza de que la gente está definitivamente en contra del proyecto y sería muy complicado legitimarlo.
Aún quedan dudas en el aire, ¿por qué el gobierno no ha hecho público el proyecto en su totalidad para evitarse más problemas? ¿Quiénes van a ser los beneficiarios del hospital y universidad particulares que pretenden construir ahí? Y en contraparte, ¿por qué los colonos no se han opuesto a la destrucción de otras zonas que eran área verde y en la que hoy hay otros bonitos conjuntos habitacionales? ¿Por qué de repente ese amor a la naturaleza cuando no han hecho absolutamente nada para impedir que la mancha urbana se asiente en el Cerro de los Magueyes, comúnmente conocido como el Calvario?
Hay muchos, muchísimos intereses en juego dentro del proyecto Sedagro y si los vecinos no pueden evitar formar parte de toda esta batahola, lo mejor sería que buscaran conocer bien los motivos de las dos partes, cómo les afectan unos y otros y, después, decidir; no dejarse llevar por quienes tienen como único interés un trabajo de tres o seis años en un palacio municipal o una residencia oficial.

israel.martinez@milenio.com