Desobediencia civil ¿opción?

De medios y otros demonios

Desobediencia civil ¿opción?

J. Israel Martínez Macedo

Este lunes comienzan las campañas electorales en el Estado de México con una contienda prácticamente definida. Los tiempos de campaña y la imposibilidad de contratación de tiempo extra en los medios hacen casi imposible que las tendencias que se presentaron esta semana (45 por ciento para el PRI, 24 para el PRD y 21puntos porcentuales para el PAN) se reviertan.

Pese a ello la verdadera lucha de los candidatos será para obtener el reconocimiento de la población. La enésima y más reciente marcha por la seguridad en México (si no mal recuerdo, la primera fue en tiempos de Ernesto Zedillo como Presidente y de ahí para acá cualquier cantidad) deja en claro una cosa: la población ya no cree en sus autoridades y mucho menos en sus políticos.

El mensaje de Javier Sicilia: “ni con Peña ni con AMLO ni con el del PAN” es claro y contundente. No hay confianza en que exista una opción clara y real para solucionar el problema de la inseguridad pero, en general, para atender cualquier situación en el país.

Esa manifestación de hartazgo no es gratuita, se observa como resultado de la insistencia de políticos y autoridades de todos los niveles en hacer oídos sordos a las necesidades de la sociedad. México tiene una clase política que en la búsqueda del poder se olvido del objetivo social: la correcta administración de un Estado. Nuestros políticos, tristemente, buscan el poder sólo por el poder mismo.

Conozco las reacciones viscerales de quienes se han vuelto amantes defensores de alguna de las propuestas: los radicales de izquierda (sólo izquierdosos algunos de ellos) atacan todo lo que signifique o suene a crítica contra su “mesías tabasqueño”; los panistas encuentran cualquier justificación aún para lo injustificable y los priistas-peñistas simplemente se dedican a ignorar las voces ciudadanas a sabiendas de que numéricamente llevan ventaja para la obtención de la Presidencia.

Pero por increíble que lo sientan estas huestes, el escenario social parece disentir del escenario político. Si bien en el bajomundo de la política todo apunta a que el PRI mantendrá el Estado de México y recuperará la Presidencia de la República el año que viene, en el mundo de la sociedad civil todo apunta a que se terminan las opciones y se incrementa el desencanto.

En el radicalismo burdo y simple podríamos pensar que se gesta un ambiente propicio para una revuelta aderezada por la presión de la delincuencia organizada contra la población, pero existe aún una medida que se observa como una opción viable por su lejanía de la violencia (una de las cosas que la población exige que termine) y que acerca a lo que estamos viendo: la desobediencia civil.

Si bien es una medida extrema y que raya en la ilegalidad de los esquemas estatales, es una forma consciente, pública y pacífica de manifestarse activamente en contra de sistemas de poder carentes de legitimidad… como el que empezamos a vivir. ¿Será ésta la opción por la que se decida la sociedad mexicana? El tiempo nos dará la respuesta.

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