Con cronómetro en mano / Columna

De medios y otros demonios

Con cronómetro en mano

J. Israel Martínez Macedo

Uno de los puntos más delicados de la reforma política más reciente fue el tiempo de los partidos en los medios electrónicos de comunicación y la prohibición para que ningún ciudadano, empresa, organización, similar o conexo pueda expresar libremente su postura —a favor o en contra— de cualquier candidato.

Tras el debate y los oídos sordos de los políticos que prácticamente lanzaron el mensaje “nadie se meta en nuestra elección” el IFE informó el 25 de febrero la repartición de los minutos y segundos que los institutos electorales, partidos políticos, tribunales electorales y hasta la Fepade tendrían en medios electrónicos en precampañas, intercampañas y campañas.

El tema del tiempo en radio y televisión parecería menor de no tratarse de un pueblo que no lee, que no cuestiona, que ha sido educado (sin importar el color de la administración a cargo) para escuchar y obedecer sin chistar.

Los partidos saben que el instituto electoral estará monitoreando su presencia en los medios electrónicos y contará hasta el último segundo, las sanciones por incumplimiento son elevadas pero ojo, ninguna que afecte de fondo los intereses de los partidos.

Esto significa que existe una amplia posibilidad de que los partidos puedan hacer como que perdieron el control del tiempo que contrataban para promocionar a sus candidatos y pagar una futura multa y que, a final de cuentas, sólo es dinero.

En contraparte, los oponentes estarán al pendiente de los tiempos para poder presentar sus respectivas denuncias y poder usarla aunque sea como argumento para justificar la derrota o para descalificar a los demás contendientes.

Pero hay un tiempo que no está regulado y que seguramente también será parte del argumento de ganadores y perdedores: el tiempo que los noticieros de radio y televisión dediquen a la información sobre las actividades y campañas de los respectivos candidatos.

Evidentemente que las televisoras y radiodifusoras (o los programas que compran espacios para transmisión) tienen una tendencia de apoyo a uno u otro candidato, y no nos espantemos, es una tendencia normal en todas las democracias del mundo (nadie duda de que la cadena Fox es republicana ni ella tiene empacho en hacerlo saber, por ejemplo).

La duda es si optarán por la equidad en los tiempos de presentación de notas o se aferrarán a su ideología y deseo de “colaborar” en el triunfo de su apuesta. En España, por ejemplo el PP llevará a la Junta Central Electoral al “Telediario 2” de TVE por presentar más tiempo a Zapatero que a Rajoy en el noticiero.

Es posible que la replica del caso se presente en el Estado de México y precisamente en el proceso electoral contra los noticieros de televisión y radio, por lo que la equidad en la exposición informativa será punto de observación. Para los partidos será una más de sus acusaciones, pero para los medios ¿están dispuestos a ceder su imagen de objetividad y con ella parte de su (en algunos caso mermada) credibilidad? La política no pierde, ¿el medio sí?

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