Que no se nos olvide / Columna

De medios y otros demonios

Que no se nos olvide

J. Israel Martínez Macedo

Las últimas semanas nos hemos divertido de lo lindo con las pifias de Enrique Peña Nieto, desde lo de la FIL hasta la lamentable frase: “yo no soy la señora de la casa” que dejó ver un lado sexista, elitista y poco conocido del aspirante priista; no obstante, estos asuntos nos distraen de cuestiones que no tenemos que pasar por alto.
En lo que todos comentamos sobre lo que Peña Nieto hizo, el gobierno de Guerrero reprimió una manifestación de estudiantes en la que dos de ellos fueron asesinados por policías ministeriales; dicho sea de paso, relacionado con estos hechos, los reporteros Eric Escobedo Amador del semanario Trinchera y Raúl Sendic García Estrada de La Jornada de Guerrero fueron víctimas de agresiones de los cuerpos de seguridad.
El aumento en los precios de los productos de todo tipo han sido graduales en este último mes, a partir del llamado “Buen fin” todo cuesta más caro, las tiendas reetiquetaron los juguetes, las pantallas, los electrodomésticos y, en el colmo del cinismo, se limitaron a colocar los nuevos precios a un lado de los viejos.
En materia de la lucha contra la delincuencia organizada no hay día en que los reportes sobre asesinatos y desapariciones relacionados con este tipo de actividades dejen de aparecer, la violencia en el país se incrementa y se suma a los delitos del fuero común que también van al alza.
El descrédito y descontento de la gente con políticos y servidores públicos es generalizado y ello repercute en una falta de autoridad. En su afán por ser populares con fines de obtención de votos, estas figuras públicas hacen y dicen lo que sea, como resultado se dan a conocer pero pierden el respeto de la población y con ello la posibilidad de ser líderes reales.
Las organizaciones sociales son las que se ven fortalecidas ante este escenario. Diseñadas y creadas para aglutinar a las personas de escasos recursos que podrían ser clientes de los partidos y políticos, los líderes de estos grupos descubrieron el poder con el que cuentan y aprovechan para presionar y seguir creciendo al amparo de la dádiva, al margen de la legalidad y al amparo del sistema.
Gracias, también, a la ambición política y desinterés social se puede observar la pérdida de fuerza en las instituciones ciudadanas. Los organismos de derechos humanos y los electorales son cada vez más acotados y débiles ante los Poderes Ejecutivo, Legislativo y hasta el Judicial y colocándolos sin posibilidad de generar un contrapeso.
El modelo educativo en México deja mucho qué desear en todos los niveles. Los alumnos de primaria crecen con más conocimiento de las novelas de Televisa o Tv Azteca mientras que los de licenciatura saben más de los grupos que ofrecerán conciertos en el país que de cultura general lo que arroja como resultado a profesionales que se convierten en analfabetas funcionales en sus empleos.
Vivimos un estancamiento económico, político, social y cultural de proporciones mayores del que nos distraemos a través de la burla a los personajes públicos. Está bien criticarlos pero no debemos limitarnos a ello, exigir respuestas y resultados que, en definitiva, ninguno está ofreciendo es nuestra obligación como ciudadanos de lo contrario fallan ellos pero también nosotros.

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