Ecoturismo
Competencia pirata en el santuario Monarca
Ejidatarios de Piedra Herrada, en Temascaltepec compiten por los visitantes y añoran la ayuda que el gobierno estatal otorga a los campesinos de Angangueo. El espectáculo natural nunca defrauda
Temascaltepec - J. Israel Martínez
Casi desconocido, escondido entre el camino que conecta a Toluca con Valle de Bravo se encuentra el santuario de la mariposa Monarca de “Piedra Herrada”, el único que está abierto al público tras los temporales y consecuentes inundaciones y deslaves de principios de febrero.
A pesar de que el proyecto ecoturístico está en pleno desarrollo, los ejidatarios de San Mateo Almomoloa, Temascaltepec, donde se enclava el santuario, ven con impotencia como el gobierno mexiquense busca granjearse la simpatía de sus rivales de Angangueo, Michoacán, ofreciéndoles ayuda tras las inundaciones de principios de febrero; un apoyo que, dicen, ellos nunca han recibido.
Además deben lidiar con los ejidatarios de las comunidades cercanas que buscan sacar tajada de las mariposas y que incurren en una especie de “piratería turística” captando a los visitantes en plena carretera para llevarlos, casi de contrabando, al santuario.
PROYECTO AUTOSUSTENTABLE
Llegar a “Piedra Herrada” es bastante sencillo. Se encuentra justo a pie de carretera pasando la desviación de la carretera Toluca-Temascaltepec hacia Valle de Bravo, incluso antes de llegar a Avándaro. Como “
Al entrar al lugar el visitante encuentra en una primera impresión lo que esperaría ver en un santuario administrado por ejidatarios: puestos de quesadillas y artesanías diversas que; sin embargo, no forman parte de la oferta ecoturística “ni siquiera son de la comunidad (de San Mateo Almomoloa), vienen de otras comunidades y se colocan afuera del área del ejido, así no podemos decirles nada” revela Saúl Álvarez Contreras, coordinador del Parador.
Una vez dentro del área ejidal, el panorama cambia ligeramente y sorprende. Las cabañas de madera, que revelan cierta novedad, contrastan con los paneles de celdas solares sobre sus techos, mismos que se encuentran también en cada poste de luz.
Además, sobre la cabaña del restaurante, se observa un calentador de agua que aprovecha los rayos solares para evitar el consumo de gas natural o LP, y toda el agua del lugar, ya sea la de lluvia o la que se utiliza para la limpieza de los baños, pasa por un proceso de purificación y potabilización que puede observarse a simple vista gracias a la presencia de los humedales justo en la entrada del centro.
El acceso se erige como una muestra de que el aprovechamiento tecnológico de los recursos naturales no está peleado con la añoranza de las comunidades tradicionales de construcciones de madera; mostrando que hay opciones para el desarrollo de las zonas rurales.
“PIRATERÍA” Y FALTA DE APOYO
Dos colonias de mariposas Monarca se encuentran en el ejido de San Mateo Almomoloa pero sólo una de ellas se encuentra abierta al público “no queremos molestar a la mariposa”, justifica Saúl Álvarez.
Llegar al punto donde se asienta la colonia no es sencillo, a pie el ascenso tarda alrededor de una hora; a caballo, la subida es cuestión de 20 minutos.
En el transcurso del camino y hasta el punto donde se encuentra la colonia se puede observar a varios ejidatarios que, con radio en mano, mantienen vigilancia de los senderos y puntos de observación de
El coordinador del Parador explica que vecinos de otros ejidos, principalmente de “Los Saucos” de Valle de Bravo, se colocan en distintos puntos de la carretera ofreciendo recorridos al santuario de la mariposa “pero los llevan por veredas para no pagarnos”, eso motiva la vigilancia “ya platicamos con ellos y no les cobramos nada por subir, pero a los turistas que traen, a ellos sí les cobramos el acceso, como si hubieran entrado por la puerta”.
A medio camino, vigilando una de las veredas que más acostumbra la gente de “Los Saucos”, se encuentra Santos Salinas Sánchez, presidente del Comité de
La “piratería turística” es un problema más que serio para los ejidatarios porque “así la gente menos conoce el santuario, se quedan en la carretera y pues no entran acá, y pues son recursos que no nos llegan”.
-¿Reciben apoyo de las autoridades, de algún gobierno?
-No, bueno, vienen de Conanp (Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas) ellos nos van enseñando y diciendo cómo podemos hacerle, pero nada más.
-De gobierno del estado o del municipio ¿no les brindan apoyo?
-No, nada, nomás nosotros nos organizamos y con los de
Durante el ascenso, Saúl Álvarez demuestra su conocimiento sobre la mariposa, explica que tienen depredadores naturales como las aves o los pequeños mamíferos, pero no buscan eliminarlos, entienden que forman parte del ecosistema y que parte de ello implica que se coman algunas mariposas.
CIELO ANARANJADO
Subir el trecho de monte a pie, puede distraer al paseante del entorno, pero cuando el guía indica “ya casi llegamos” y se levanta la mirada al cielo, la imagen le dice al visitante que todo ha valido la pena. Decenas, cientos de pequeños suspiros anaranjados revolotean por los aires o apacientan entre las flores y plantas del lugar.
El silencio que predomina sólo se interrumpe por el sonido de minúsculos aleteos, que asemejan el golpeteo de hojas que caen del cielo y chocan entre sí. Las que están entre las plantas se mantienen serenas, tranquilas, disfrutando sus dominios a pesar de los visitantes.
El guía indica que ya no falta mucho y, esta vez, tiene razón. Al llegar a un pequeño riachuelo se pueden observar a muchas más Monarcas revoloteando por los aires, las dueñas del lugar descienden al agua para beber y regresar a los árboles, en donde las colonias se agrupan para protegerse del frío.
El espectáculo puede durar horas o minutos. El visitante puede estar ahí el tiempo que desee, los guías lo esperarán y sólo intervendrán si intenta hacer algo que moleste a la mariposa.
De regreso en el acceso, Saúl Álvarez explica que la comunidad está planeando crear algunos atractivos extra, como una tirolesa o crear senderos para “veredear” o cabalgar, el objetivo es mantener abierto el centro durante los 12 meses, que sea atractivo para la gente visitarlos en cualquier temporada.
Explica que aún les falta mucho, apenas están terminando de delimitar los terrenos y falta cercar todo el espacio que abarca el santuario para protegerlo. Por lo que explica que los sueños de una tirolesa y otras atracciones deberán esperar, por lo menos, un año más.
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J. Israel Martínez Macedo