De medios y otros demonios
El deber de informar
J. Israel Martínez Macedo
Las agresiones contra periodistas en México continúan. El pasado martes 26 de julio nos desayunamos con la lamentable noticia de que la reportera de Notiver, Yolanda Ordaz de la Cruz fue encontrada muerta detrás de las instalaciones del periódico Imagen del Golfo tras 48 horas desaparecida, crimen que se suma a una larga lista que parece no deja de crecer.
La situación para los reporteros en Veracruz se ha vuelto insostenible y pone en riesgo las libertades de expresión y prensa, garantías que —se supone— las autoridades deben salvaguardar por mandamiento constitucional.
Tres días después de que se informara sobre el hallazgo del cuerpo de Yolanda Ordaz, nueve reporteros de la zona Veracruz-Boca del Río (entre ellos cinco del mismo diario Notiver) abandonaron la ciudad.
Una nota publicada por el propio medio informó que uno de los reporteros tuvo que ser trasladado en un helicóptero del gobierno federal y protegido por militares hasta una nueva ubicación que, evidentemente, se desconocía.
En la misma nota, el diario señala que un medio radiofónico (sin precisar cuál) quitó de su página web la sección policiaca y reasignó a sus reporteros de dicha fuente a otras áreas informativas por su propia seguridad.
Entre los reporteros que dejaron sus actividades y abandonaron la ciudad se encuentran algunos de Imagen del Golfo quienes sintieron que el hecho de que el cuerpo de Yolanda Ordaz fuera dejado cerca de sus instalaciones, representaba un claro mensaje contra ellos y sus actividades informativas.
La situación del periodismo en México no es nueva, ha tenido sus altibajos y responde, al parecer, a que los grupos del crimen organizado han aprendido a marcar y manejar la agenda informativa en los medios y regiones, lo que pone justo en la mira a los profesionales de la información.
Se supone que por ello la Procuraduría General de la República (PGR) creó la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos cometidos contra Periodistas (FEADP) el 15 de febrero de 2006, pero en sus primeros 100 días de existir presentó un informe para anunciar la fabulosa cantidad de un caso resuelto, lo que significaría la tendencia de esta dependencia.
El hecho es que, pese a todo, la impunidad en las agresiones a periodistas subsiste como si la fiscalía simplemente no existiera. Son extremadamente pocos los casos que se resuelven y eso abona a que los ataques aumenten.
¿Cuál es el papel de los periodistas y los medios ante este escenario? Sólo uno: seguir informando. No se trata de convertirse en héroes o mártires, sino de asumir la labor informativa con responsabilidad, tomar todas las precauciones posibles y no minimizar las situaciones de riesgo y amenazas.
Tenemos el deber social de informar sobre lo que ocurre para que la gente pueda tomar decisiones de vida. Si dejamos de hacerlo, no sólo gana la delincuencia, ponemos en riesgo a la ciudadanía y sí, suena trillado pero es cierto, todos, absolutamente todos, perdemos.
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israel.martinez@milenio.com
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J. Israel Martínez Macedo